La educación en Filipinas durante el periodo colonial

Trabajadores redacción Diario de Manila, ca. 1887
Cajistas y maquinistas del Diario de Manila, ca. 1887

Durante el último cuarto del siglo llegaron a imprimirse alrededor de setenta y cuatro publicaciones periódicas en Filipinas, entre las que se encontraban Diario de Manila, La España Oriental, El Comercio, Diario de Avisos, El Correo, Ilustración Filipina, La Moda Filipina, El Motín, El Oriente, La Oceanía  Española, Revista de Filipinas,  La Opinión, La Ilustración de Oriente, Manila Alegre, El Bejuco, El Cometa, Manililla, La Mosca, The Kon Gotas… y múltiples boletines, guías  y gacetas diversas. La mayoría de ellos se publicaban en español, pero también hay casos de publicaciones bilingües en las lenguas locales.

La Moda Filipina

The Kon Gotas

Manila Alegre

La Pavera

Revista de Filipinas

El Oriente

Diario de Manila

Ilustración Filipina

La España Oriental

Como parte de la propaganda durante la guerra hispano-estadounidense, y en un intento de contrarrestar la influencia hispana sobre la cultura filipina, varios historiadores al servicio del nuevo gobierno colonial publicaron un gran número de libros y tratados asegurando que la educación no había sido introducida en Filipinas hasta después de 1898, y que anteriormente a la ocupación por los Estados Unidos, la gran mayoría de la población había sido mantenida analfabeta.

En realidad. lo único que realmente fue introducido tras la ocupación fue el sistema escolar norteamericano que incluía la imposición del idioma inglés, además de la prohibición de usar el idioma español y las lenguas vernáculas que habían sido enseñadas hasta entonces, tanto en escuelas públicas como privadas.

Existen numerosas pruebas documentales de que la educación ya estaba implantada en Filipinas desde una fecha temprana. Incluso antes de la puesta en marcha del sistema publico de enseñanza gratuita de 1863, y aunque la legislación sobre la instrucción primaria era muy escasa, ésta era ya impartida en todas las poblaciones por los religiosos españoles.

En 1598 los agustinos ordenaban a todos los párrocos que establecieran escuelas en los pueblos, villas y barrios. Felipe IV, en cédula oficial de 1634 y 1636, rogaba a arzobispos y a obispos la enseñanza a los nativos; en 1682 Carlos II ordenaba que la instrucción primaria fuera gratuita; Carlos III planteaba en 1792 la idea de poner las escuelas bajo la supervisión de los oficiales provinciales y locales…. Es cierto que aunque las repetidas recomendaciones, órdenes y leyes de los monarcas españoles fueron en parte desatendidas por las autoridades locales, no sucedió así por parte de las corporaciones religiosas.

Hasta 1863 la legislación del gobierno no marcó un plan detallado sobre el método de educación en las escuelas primarias, aunque las órdenes reales ya hacían hincapié en la educación, especialmente en la construcción de edificios y en la selección de maestros de religión, además de en la enseñanza del español. Predicando con el ejemplo, los párrocos escribieron libros y cartillas, y más tarde gramáticas y diccionarios.

A partir de 1863 el gobierno se hizo cargo de la enseñanza superior, dio carácter oficial a las escuelas instituidas por los párrocos, concedió títulos y asignó salarios. A partir de entonces los religiosos abandonaran parte de la enseñanza superior y se dedicaran a la enseñanza primaria, obligatoria y gratuita para todos los niños de ambos sexos.

Más tarde, tras el decreto de Maura de 1893, las escuelas fueron emancipadas de la inspección de los párrocos, y pasaron la tutela a los municipios. En torno a 1898 se calcula que existían 2.143 escuelas del Estado, sin contar las privadas y religiosas, de las cuales 1.091 eran de niños y 1.052 de niñas.

Portada del Programa de los Exámenes Públicos. Real Colegio de Santa Isabel (1886)
Todavía se conservan en diversas Bibliotecas numerosos testimonios gráficos donde se pueden ver fotografías y manuscritos de alumnos de instituciones como las Universidades y Colegios de Santo Tomás, San Juan de Letrán, San José y Santa Catalina, de la Escuela Normal de Manila, del Ateneo Municipal de Manila, además del alumnado de Escuelas municipales de instrucción primaria, que prueban sin lugar a dudas la existencia de una educación pública y gratuita, además de los centros de enseñanza superior que los religiosos establecieron en las principales ciudades del país.

El mismo Manuel L. Quezon, primer Presidente de la Mancomunidad de Filipinas, durante su discurso pronunciado ante la Cámara de representantes de los Estados Unidos en 1914, declaró que "había escuelas públicas en Filipinas mucho antes de la ocupación americana, y que, de hecho, yo me había educado en una de esas escuelas, aunque mi pueblo natal es un pueblo tan pequeño, aislado en las montañas de la parte Noreste de la isla de Luzón".




































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